lunes, 5 de abril de 2010

EL DUELO

4. "Llaqui": el Duelo
La misa de almas a los ocho días, llamada también "la octava", marca una etapa del duelo.
Con esta celebración se busca el despacho definitivo del alma. Los rituales que por esta
ocasión se realizan son similares a los del entierro. Por eso se los denomina también "el
segundo entierro". Las ceremonias comienzan con la velación o vigilia, para lo cual se
prepara una imagen vestida con las ropas lavadas del finado, simulando la presencia del
cuerpo muerto. Esta noche se comparten los juegos mortuorios.
Al día siguiente se asiste a la misa de los ocho días. Generalmente la realizan en la capilla de
un pueblo cercano o se contrata un sacerdote para que visite la casa de los dolientes. El
mismo día el yatiri con su sabia experiencia y habilidad técnica confecciona objetos en
miniatura que el alma en su partida definitiva al más allá se llevará cuando en la tarde de ese
día éstos serán dedicados al fuego en una hoguera. Entre estos objetos en miniatura pueden
figurar herramientas de labranza (como el lluco y el arma del arado), del telar (como el sahu y
el kapu), de albañilería (como un varilejo o un martillo), instrumentos de sastrería (como
tijeras, hilos, y agujas), enseres (como sogas, costales y mantos). De igual modo se depositan
en un costal, víveres para la dispensa del finado en el más allá, con papas, arroz, chuño,
cebollas, sal, ají, pan, comino, chocolate, cocoa y otros). Se le agrega un fiambre para el
camino, agua bendita y todas las ropas del finado que previamente han sido lavados en un río:
la idea es que el agua corriente se lleva no sólo la suciedad sino todo mal que podría haberse
pegado a las prendas, como enfermedades, penas, maleficios y mala suerte.
El conjunto de todos estos elementos se lleva al lugar de la hoguera del sacrificio, llamado el
"alma despachuni". La hoguera necesariamente debe estar ubicada al lado poniente de la casa.
El oficiante provisto de todo lo necesario para este trascendental acto procede a sacrificar las
pertenencias del muerto, convencido de salvar así el alma del muerto de los pecados y
asegurarle su estadía en el mundo de los muertos. Por otro lado, los familiares también se
beneficiarán de este ritual en el sentido de que estarán libres de pecados y tristezas.
La quema de las ropas del difunto es necesario porque "sólo de esta manera podríamos evitar
el padecimiento del alma. Además nadie podría utilizar las ropas del muerto porque cargaría
con las penas y desgracias del muerto", dice la señora Manuela Colla de la comunidad de
Urus Chulluni (distrito de Puno).
Al llegar a la casa de los dolientes, se sirven algunas bebidas y comidas típicas que en Urus
Chullini ha de ser un caldo de pescado.
La misa de los ocho días se celebra con la única finalidad de salvar el alma del muerto,
despacharle definitivamente y a la vez con esta misa se logra comprar su casa, en el mundo
del más allá.
Posteriormente, a los seis meses, se celebra nuevamente otra misa denominada "terso misa".
El motivo de esta celebración es recordar el alma del muerto que quizás aún no esté
perdonado. Este ritual se inicia con una vigilia o velación muy parecida al ritual de los ocho
días. Al día siguiente se asiste a la misa en un poblado cercano. Posteriormente se visita la
tumba del fenecido y luego en el hogar se comparte comida y bebida.
Las visitas a los muertos no siempre se hacen exactamente a los seis meses, sino también se
puede hacer en algunas fiestas del calendario cercanas a los seis meses, como son: los días de
compadre y comadre, la fiesta de San Pedro y San Pablo, San José, Semana Santa y otras
fechas que los familiares vean convenientes.
Más tarde ocurren las ceremonias del "cabo de año", denominado comúnmente "mara
misa" (misa de año), y a los tres años, la fiesta del cambio de las ropas del duelo, en "qimsa
mara misa" (la misa de los tres años). En ambos casos el objetivo común es completar el
despacho del alma y celebrar el establecimiento definitivo del alma en el mundo de los
muertos. Es indispensable hacer celebrar una misa en honor del finado en alguna capilla o
templo de un pueblo cercano. Se visita nuevamente la tumba y posteriormente se retorna al
hogar, donde se procede a realizar el acto más importante de la "qimsa mara misa", el
llamado "mursuña", que consiste en reemplazar la ropa negra con otra de colores rojo, azul y
otros. Los que ejecuten este ritual son los familiares más cercanos de los dolientes. Su primera
tarea es desvestir las ropas negras y en su reemplazo vestir a los varones con ponchos rojos,
chalinas blancas y sombrero negro, y a las mujeres con mantones y polleras de colores vivos y
alegres. En seguida echan sobre la cabeza misturas y flores como símbolo de alegría. Así
celebran la etapa final del duelo. Todos los visitantes les echan mistura y flores, de manera tal
que los protagonistas de la fiesta de cabo de año terminan con muchas ropas como símbolo de
abundancia y alegría. Luego, los ex-dolientes, en un acto de reciprocidad y agradecimiento,
brindan comida, bebidas y baile a los visitantes.

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